domingo, 10 de junio de 2007

Nadal: a la tercera... también va la vencida


Por Antonio Aparicio
Tres títulos en tres torneos o, lo que es lo mismo, 21 victorias consecutivas en sus 21 partidos disputados en las pistas de la Porte d’Auteuil. Los calificativos se agotan para la hegemonía de Rafael Nadal en el reino de la tierra batida. Como el año pasado, volvió a derrotar a Roger Federer en cuatro sets: 6-3, 4-6, 6-3 y 6-4 en 3 horas y 10 minutos. No hay quien pueda con Rafa, que, con su “hat trick” consecutivo, se une en la leyenda de Roland Garros a Björn Borg. Y es que el mallorquín, que recibió la Copa de los Mosqueteros de manos de otro tricampeón (el brasileño Gustavo Kuerten), sólo perdió una vez su servicio pese a conceder… ¡17 bolas de break!
Frente a frente se encontraban, por 12ª vez (la 7ª en tierra batida, con un balance previo de 5-1 para Rafa en esta superficie), los dos mejores del mundo (Federer por encima de Nadal), los dos finalistas del año pasado (Nadal superó entonces a Federer) y los dos líderes de la presente campaña sobre polvo de ladrillo (Nadal se impuso a Federer en la final de Montecarlo y llevaba un récord de 81 victorias consecutivas en la superficie ocre… hasta que el suizo le puso fin en la final de Hamburgo). Un nuevo capítulo de esta apasionante rivalidad al que muchos querían revestir de igualdad a priori, pero que en la arcilla de París, de momento, sólo tiene un dueño y señor: Rafael Nadal.
Un desquiciante "cero patatero"
Tras unos primeros compases de tanteo, lo bueno empezó con 1-2 en el marcador. Federer encadenó un par de restos buenísimos y un smash para ponerse con 15-40. Sin embargo, Nadal levantó esas dos primeras pelotas de ruptura y después, con 2-3… ¡otras cinco más! Así, tras un nuevo 15-40, el manacorí enlazó un "ace" y un servicio ganador. Las dos siguientes en ese sexto juego, las mandó al limbo Federer con sendos errores no forzados. Y la quinta fue mérito de Rafa, con una gran derecha (3-3).
Un derechazo que fue directo al mentón de Roger. El suizo acusó el golpe y, como noqueado, entregó su saque en blanco… ¡con cuatro errores seguidos! (4-3). Pero ahí no acababan los despropósitos. Acto seguido, Federer estuvo a punto de restablecer la igualdad, pero, tras un 0-40, tiró por la borda otros tres "break-points" más (y ya iban 0 de 10). (5-3). Y para echar más sal en la herida, Nadal también materializó su segunda oportunidad de quiebre. Así, con 30-40, subió al marcador el 6-3, tras rematar con un “drive” ganador un gran resto a los pies del suizo.
La primera manga había tenido un desarrollo increíble, absolutamente desquiciante para la moral de cualquiera, incluso para el nº 1 mundial. Las estadísticas no son una ciencia exacta, pero cuando son tan extremas no admiten discusión. Y si resulta que dispones de hasta 10 bolas de break y no eres capaz de aprovechar ni una sola; y, por el contrario, tu rival se adjudica como si nada las 2 que consigue, eso duele y mucho (ya seas del Alcoyano, que no era el caso; ya seas de Basilea).
Encomiable reacción de Federer
Sin embargo, hay jugadores en el circuito que están hechos de otra pasta. Y si uno es Nadal, el otro es Federer (o viceversa). El helvético, que hasta hoy sólo había perdido un set en el torneo (aquel contundente 6-1 que le endosó Tommy Robredo), fue capaz de sobreponerse a una coyuntura tan desfavorable y arrebatarle su primera manga al intratable Rafa (4-6).
Para ello, no mejoró demasiado su mal porcentaje de primer saque (38% en el primer set), ni rebajó tampoco su abultada cuota de errores no forzados. Básicamente, empezó a ser más agresivo y efectivo, soltando más el brazo (6 derechas ganadoras en este parcial, por 1 en el primero) y subiendo más a la red (con un 90% de efectividad). Pero moralmente, la clave fue que, con 6-3 y 2-1, Nadal (sí, Nadal; no Federer) no aprovechó el primer break-point de esta manga. Así, con 3-3, una magistral volea de revés del suizo le colocó con 0-40. Nadal salvó la primera bola con su primer revés ganador del partido, pero después Roger armó el brazo con decisión, y a la duodécima fue la vencida (3-4).
Pero si Nadal no había perdido ningún set en todo el torneo, era por algo. En el juego siguiente, Federer tuvo que salvar hasta tres pelotas de quiebre (3-5). El partido estaba loco, pero nos estaba deparando un gran tenis por parte de ambos. A continuación, Rafa levantó nada menos que otras 4 bolas de break (¡y de set!). Su solvencia con el saque contrarrestaba el empuje de un peligroso Roger (4-5). Esta vez, el suizo sí sirvió bien y, tras un “drive” de Nadal que se marchó fuera, estableció el un set iguales: 6-3, 4-6.
…Y Rafa soltó sus passings
A partir de ahí, el mano a mano perdió en intensidad. Aunque Federer mejoró sensiblemente su porcentaje de primer servicio en los dos últimos sets (y en el cuarto, incluso, se apuntó 5 "aces", por 9 en total), Nadal aumentó en solidez y seguridad (sólo 3 errores no forzados en el tercer set), cogió al toro por los cuernos y pasó a controlar por completo la situación. El manacorí destapó la caja de los passings (aquellos que tan estupefacto dejaron a Novak Djokovic en semifinales) y Federer, superado una y otra vez en la red, empezó a sentirse inerme.
Para empezar la tercera manga, Nadal se marcó un "break" en el segundo juego y se puso con 3-0. El desfile de bolas de break se había acabado (frente a las 16 de los dos primeros sets, Rafa sólo concedió otra más al suizo, en la cuarta manga) y el manacorí se hizo con el parcial sin contemplaciones: 6-3, 4-6, 6-3.
Visto para sentencia
Federer, por supuesto, intentó una nueva reacción. En el segundo juego del cuarto set, Nadal volvió a sufrir con su saque, y hubo de salvar otro "break-point" (el último en contra del partido) con un fulminante "drive" paralelo: 1-1. Y a continuación, llegó la que iba a ser la puntilla. Rafa se puso con 15-40 tras correr como un poseso a colocar una contradejada y, a la segunda oportunidad, una derecha a la red de Federer significó el esperado quiebre (2-1).
A partir de ahí, uno y otro mantuvieron su servicio hasta el final. Como broche de oro, y tras una derecha fuera de Roger, el "huracán de Manacor" se apuntó su saque en blanco. Y con ello, el triunfo… y su tercer título consecutivo. Como contrapartida, un año más, dejó al suizo con la miel del Grand Slam en los labios. ¿Se repetirá la historia en 2008? De momento, abran paso al emperador de la tierra batida…

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